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¿Quién no ha oído hablar en múltiples ocasiones sobre diferentes métodos para adelgazar, perder peso rápido y alcanzar en poco tiempo el peso ideal? En realidad, no existen fórmulas mágicas, encontrando entre los mejores trucos para adelgazar la combinación de una alimentación equilibrada y un estilo de vida activo.
La prevalencia de la obesidad y sobrepeso en la sociedad actual revela datos alarmantes que no pueden ser ignorados debido al riesgo que conllevan para la salud. Este hecho se debe fundamentalmente a una cuestión de hábitos, que engloba tanto una alimentación inadecuada como una disminución de la actividad física diaria, gobernada por el sedentarismo.
En primer lugar, resulta imprescindible aclarar la terminología para poder emprender el camino adecuado que nos permita hacer frente a este problema.
¿Qué es el sobrepeso? ¿Y la obesidad? ¿Cómo puedo saber si sufro alguno de ellos?
El sobrepeso, se trata de un exceso de peso corporal, que no siempre está relacionado con un exceso de grasa. Es importante detenernos en este punto y aclarar que este incremento de peso corporal puede deberse a la masa libre de grasa. Por ejemplo, en sujetos que realizan actividad física regular resulta imprescindible conocer su porcentaje de masa muscular, por lo que no se puede pasar por alto la composición corporal, utilizando para su cálculo indicadores fiables.
Por otro lado, la obesidad es una enfermedad crónica multifactorial caracterizada por la presencia de un elevado porcentaje de grasa corporal, que trae consigo un incremento sustancial del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y metabólicas relacionadas con las dietas poco saludables y la inactividad física, tales como la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión arterial (HTA), las dislipidemias, etc.; que limitan la calidad de vida y conllevan un peligro importante para la salud.
Existen diversos indicadores que nos permiten averiguar la presencia o no de problemas de obesidad y sobrepeso. El índice de masa corporal (IMC) es el que se utiliza con mayor asiduidad. Éste se calcula mediante el peso en kilogramos por la altura al cuadrado (kg/m2), comparando el valor resultante con otros de referencia (Sociedad Española para el Estudio de la obesidad, SEEDO, 2007). A pesar de poseer una buena correlación con la masa grasa total en la mayoría de las personas, el IMC no es un excelente indicador para determinadas poblaciones, como pueden ser los deportistas, por el desconocimiento del porcentaje de masa libre de grasa, tal y como comentábamos anteriormente. Otras opciones de cálculo son la composición corporal, que permite averiguar el peso graso, muscular, óseo y residual de manera fraccionada; y el índice cintura – cadera, muy importante para conocer la distribución de la grasa y la posible presencia de obesidad abdominal, muy relacionada con el incremento de factores de riesgo y sus consecuentes complicaciones para la salud.
Tras conocer un poco más acerca de la obesidad y sobrepeso, es habitual que nos planteemos por qué engordamos y qué es lo que debemos hacer para perder peso. En relación a ello, es importante saber que la ganancia de peso viene determinada por el balance energético. Cuando ingerimos más energía de la que consumimos engordamos, y del mismo modo, cuando consumimos más energía de la ingerida, adelgazamos. Por otro lado cuando se ingiere y se consume la misma cantidad de energía, se consigue una estabilidad. La clave de este balance energético viene dada, como ya adelantábamos, por la combinación de una correcta alimentación y actividad física regular, adecuada y estructurada.
Centrándonos en la importancia de la actividad física para la prevención, pérdida y mantenimiento de peso de la población adulta, cabe destacar su contribución en el aumento del gasto energético total, haciendo que este sea mayor tras la pérdida de peso mediante la prescripción de ejercicio físico adecuado que tan solo con el control de la dieta. Asimismo, contribuye a que esta pérdida provenga principalmente de la masa grasa. Además de lo comentado hasta el momento, teniendo en cuenta las indicaciones de la SEEDO (2007) los beneficios de la realización de actividad física en personas con obesidad y sobrepeso serían, entre otros: la mejora del perfil lipídico, la sensibilidad a la insulina y la presión arterial, la prevención de enfermedades cardiovasculares, el mantenimiento densidad ósea, la reducción del depósito de masa abdominal, el aumento de la capacidad respiratoria, etc., así como otros a nivel psicológico (mejora de la autoestima, ansiedad, etc.).
Por último, para que la prescripción de la actividad física se realice de manera coherente y eficaz deben tenerse en cuenta una serie de recomendaciones específicas para esta población: tipo de actividad, duración, intensidad, progresión, etc., que serán aclaradas más adelante en un blog posterior. En estos casos, no es suficiente con las directrices generales para la modificación de hábitos sedentarios de adultos sanos, en las que se aconseja un mínimo de 30 minutos diarios de actividad física de moderada intensidad, ya que también deben ser tenidas en cuenta otras consideraciones y posibles problemas añadidos. Si bien es cierto que lo primordial es la consecución de un cambio progresivo de hábitos saludables que parte de cuestiones tan sencillas como:
- Pasear más y no coger el coche continuamente
- Subir por las escaleras en lugar de por el ascensor
- No pasar el tiempo libre en el sofá frente a la televisión
De este modo, es posible ir incrementando de manera progresiva la actividad física diaria hasta modificar estos hábitos básicos en la forma de vida a largo plazo e incorporarlos de manera permanente.
En el Centro Médico y de RehabilitaciónPremium Health & Sport nuestros mejores profesionales se preocupan por tu salud y calidad de vida ayudándote a decir ¡no al sedentarismo! e instaurando en tu rutina unos hábitos de vida activa y saludable de manera individualizada, teniendo en cuenta tu caso en particular y creando para ti el mejor plan de entrenamiento.
BIBLIOGRAFÍA
- Hill, James O., and Holly R. Wyatt (2005). Role of physical activity in preventing and treating obesity. J Appl Physiol 99: 765-770.
- Ministerio de Sanidad y Consumo (2005). Estrategia para la nutrición, actividad física y prevención de la obesidad (NAOS). Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo.
- SEEDO (2007). Consenso para la evaluación del sobrepeso y la obesidad y el establecimiento de criterios de intervención terapéutica. Revista Española de Obesidad (Marzo, 2007).
- Torres, G., García-Martos, M., Villaverde, C, y Garatachea, N. (2010). Papel del ejercicio físico en la prevención y tratamiento de la obesidad en adultos. Retos. Nuevas Tendencias en Educación Física, Deporte y Recreación 18: 47-51.