¿Cómo afecta la publicidad alimentaria en niños?
La Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS) avisa que, en nuestro país, alrededor de un 40 % de los pequeños tienen sobrepeso u obesidad. Y este dato va en aumento. Una de las causas es la publicidad a la que están sometidos nuestros menores, en especial la de la TV y de Internet a pesar de la vigencia del Código PAOS (Código de Autorregulación de la Publicidad de Alimentos) que es el regulador de la publicidad alimentaria dirigida a menores en España y las relativas a la normativa europea de declaración de propiedades saludables.
Los niños españoles de entre 3 y 14 años pasan la mayor parte de su tiempo de ocio frente al televisor, casi 7 horas a la semana donde reciben en torno a 25 spots al día de dulces, fast food, cereales azucarados, aperitivos salados y refrescos; Es decir, productos con un alto contenido energético (hipercalóricos), en azúcares añadidos, en grasas de baja calidad y/o saturadas, en sal y bajo valor nutritivo.
Nuestro cerebro está en pleno desarrollo en la etapa infantil. Es en los primeros años de vida, cuando se asimilan los hábitos alimentarios que se mantendrán de adultos.A pesar de que hasta la adolescencia no somos capaces de distinguir entre programación y anuncios, desde los 2 años ya sabemos distinguir marcas por sus logotipos.
Por eso, la gran mayoría de los anuncios están pensados para la mente infantil, conectando con ellos a través de imágenes que captan su atención, sobre todo de dibujos animados, regalos como juegos o pegatinas, la utilización de personajes famosos y admirados como los superhéroes. Pero también es capaz de confundir a los adultos con reclamos publicitarios que contienen una alegación nutricional (por ejemplo, rico en hierro) o están promocionados por un deportista famoso, pues percibimos erróneamente esos productos como más saludables o nutritivos de lo que son en realidad.
Estudios, sobre todo chilenos donde nos llevan un gran adelanto en esta materia, y artículos españoles, como el de “Publicidad alimentaria y salud. Estado de la situación en España”, muestran evidencias de que la conducta alimentaria se fija en una edad temprana y viene dada por factores biológicos, familiares y sociales. En ellos se recoge que la incidencia del sobrepeso y la obesidad, no sólo se debe al sedentarismo, sino que los niños, mientras estén viendo la televisión o navegando en internet, les entran ganas de ingerir alimentos y bebidas, aunque no sean los anunciados y no sientan hambre. Además, también inciden sobre los patrones de compra.
¿Qué podemos hacer para mejorar la nutrición de nuestros hijos?
Hasta que tengamos una normativa que limite el impacto publicitario alimentario sobre los menores, la familia es un pilar fundamental. El patrón de conducta alimentaria familiar tiene un papel relevante en el comportamiento de alimentación del niño, constituyendo un factor modificable para la prevención de la obesidad infantil.
Por eso debemos:
- Diseñar un plan semanal de alimentación
- Llevar una lista de la compra con todo lo que necesitamos para ese plan
- Involucrar a los menores en la preparación de comidas. Según la edad se puede empezar por acciones sencillas como echar en un bol todos los ingredientes para una ensalada, mezclar la salsa con la pasta, batir huevos, servir la comida en los platos, lavar las verduras y frutas, entre otros.
- Tener un frutero al alcance de los niños con fruta lista para comer.
- Comer en la mesa juntos sin distracciones de televisión, ordenadores o móviles.
- Llevar tentempiés saludables al colegio:
- Cambiar zumos de frutas por fruta
- Batidos de sabores por leche
- Quesitos por queso fresco
- Galletas y barritas de cereales por Bocadillos
- Golosinas por fruta cocinada o fruta deshidratada: compota, manzana asada, dátiles, orejones…