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En nuestra práctica habitual, cuando el paciente acude a consulta y nos refiere o describe un dolor o experiencia desagradable asociada a una estructura debemos realizar una historia clínica lo más completa y detallada posible. En este caso cuando nos enfrentamos ante una patología de rodilla, una vez completada la entrevista o anamnesis, y haber observado y evaluado la estructura de manera analítica primero y funcional o global después, tenemos la obligación de completar esa historia con la exploración de rodilla, una serie de pruebas y test lo más fiables, sensibles, válidos y sencillos posibles.
Pruebas a realizar para evaluar el estado de la rodilla
En rodilla, las pruebas funcionales o maniobras diagnósticas más realizadas y comúnmente aceptadas, dependiendo de las estructuras pasivas a evaluar, son las siguientes:
- Pruebas de estabilidad para estructuras laterales como son el ligamento lateral externo (LLE), realizando un esfuerzo en varo forzado de rodilla (a), y el ligamento lateral interno (LLI), realizando por el contrario, un esfuerzo en valgo forzado de rodilla (b) con el objetivo de apreciar el grado inestabilidad lateral o interna y observar la presencia o no de bostezo articular, considerando la prueba positiva si lo hubiera.
- Pruebas de estabilidad para ligamento cruzado anterior (LCA) y ligamento cruzado posterior (LCP), realizando los conocidos test de cajón anterior (c) o posterior (d) para valorar la integridad de los mismos con un empuje en sentido anterior para el LCA o posterior para el LCP y observar si hay o no una excesiva traslación anterior o posterior del extremo proximal de la tibia con respecto al fémur. Otra de las pruebas es la de Pivot Shift Test (e) siendo una maniobra en la cual se realiza una flexo extensión de la rodilla aplicando a la misma vez una fuerza en valgo y en rotación interna. En los pacientes con lesión del LCA se observa como la rodilla se subluxa en extensión y reduce en flexión. Por último, para estos ligamentos también se realiza la prueba de Lachman (f) siendo la prueba más específica para la lesión del LCA.
- Se realiza con la rodilla en unos 20 grados de flexión sosteniendo con una mano el fémur y con la otra la tibia proximal a la cual se la realiza desplazamiento anterior sosteniendo fijamente el fémur, comúnmente realizada en quirófano.
- Pruebas meniscales, como son la prueba de Apley (g) con el paciente en prono y rodilla flexionada realizamos una compresión con rotación para diferenciar ambos meniscos (interno y externo) y observar si hay hallazgo positivo en estructuras parameniscales compatibles con fenómenos inflamatorios sin que por ello exista alteración anatómica del menisco.
- Prueba de McMurray (h) con flexión máxima de rodilla efectuando rotaciones extremas en ambos sentidos. La aparición de un chasquido o resalte articular audible o palpable, en ocasiones doloroso, es compatible con un desgarro meniscal, probablemente de localización posterior. Si completamos esta maniobra con extensión máxima de rodilla valoramos la integridad del menisco interno, siendo positiva si aparece dolor en interlínea medial, denominándose como prueba de Bragard (i).
Para completar la exploración de rodilla no debemos olvidarnos de la rótula y observar principalmente si hay o no liquido intraarticular con la prueba del derrame (j) o el signo de Zohlen (k) para valorar integridad del cartílago siendo positiva con dolor retrorrotuliano.
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